No necesitas saber mi nombre para comprender esta historia. Tampoco requieres conocer mi edad, ni mis estudios… para entender esta pequeña crónica, sólo has de conocer mi género; soy mujer. Soy una de tantas que hay en este mundo, en particular, una de las que se dicen tienen privilegios en comparación con otras. Vivo en un lugar donde tengo derecho al voto, como al trabajo y a los estudios. A pesar de todo cuanto nosotras hemos conseguido a lo largo de los años, tras sufrimientos interminables, sigo sintiendo cómo me consideran inferior.

Siempre he sido una luchadora, alguien capaz de pelear hasta la saciedad por lo que considero justo. Nunca me ha importado si la discriminación era para un hombre o una mujer, he luchado en ambos casos por quien consideraba desfavorecido.

Triste es para mí a día de hoy comunicar esto. He salteado cada dificultad dada por las circunstancias y con orgullo diré ser heroína de las memorias de muchos conocidos. Por eso, entré en un trabajo donde quise seguir protegiendo a quien necesitara de mi ayuda. Además de mujer, soy policía… aunque algunos ríen al escuchar estas palabras.

Durante mis años de formación estudiantil, tenía claro cuál sería mi futuro trabajo. El resto de estudiantes de mi clase, en mayoría masculinos, se jactaban con palabras como: “Lo tienes más fácil, eres mujer” “Para ti no es igual que para nosotros, no es lo mismo”.

Antes incluso de obtener mis méritos, ya me decían que nunca lo serían porque en su literalidad, lo tengo más fácil porque soy mujer.

En mi adolescencia me preguntaba la razón de esa distinción. Comprendo que biológicamente, solemos tener menos estatura… ¿pero por qué suspensión y no flexiones ni dominadas? ¿Por qué mis tiempos son más altos?

Me enardecía pensar que incluso el hecho de considerarme más débil, contaba para ellos como hacerme un favor.

Durante todo mi periodo de secundaria, complementé mis estudios haciendo ejercicios extra cada tarde. Hice pruebas de velocidad a diario y abdominales con una rutina establecida por mí misma.

Sí, quizá si hubiese nacido siendo un varón, habría obtenido los requerimientos físicos que yo misma esperaba conseguir con más facilidad y por supuesto, ninguno de mis compañeros de clase ni de la academia me habría dicho nada sobre mis futuras estimaciones. Aun así, me alegro de haber nacido con mi género, porque me ha dado la experiencia necesaria para convertirme en toda una guerrera. Algo que debió ser insignificante, me forjó con la experiencia una voluntad de acero con la cual iba a derribar al menos una pequeña parte de la nefasta educación heredada por la historia antigua.

Por todas estas razones, el día de mis pruebas para la policía, le pedí al inspector al cargo que me hiciese las asignadas para hombres. Se negó, por supuesto, pero no fui hecha para rendirme así que insistí fervientemente en hacerlo. Tuve suerte de encontrar a alguien capaz de percibir mis ansias, pues quizá otro no me hubiese dejado hacer dominadas en lugar de suspensión… algo de lo más funesto.

Aquel día, terminé el circuito de agilidad en un tiempo de 8’6, el mejor. Hice dieciocho dominadas, aunque la máxima puntuación se daba con diecisiete, sólo para que ninguno de mis compañeros de la academia pudiese decir absolutamente nada.

En la carrera de resistencia, un kilómetro, obtuve un tiempo de 2,47. No fue el mejor, pero sí uno de los mejores.

Obtuve mi puesto como policía con un mérito más que merecido. Nadie de mi promoción lo dudaba, aunque como era de esperar, otros sí lo hacían. Personas que no me conocían… se atrevían a opinar sobre mí sin saber absolutamente nada. Incluso dentro del cuerpo, la camaradería entre hombres siempre era más frecuente que ante mujeres. Eso en gran parte, hacía muy difícil para mí conseguir ascensos. No los culpaba, sencillamente siempre hubo más hombres, no estaban acostumbrados… estaban mal educados por una mala enseñanza en siglos anteriores.

No me iba a rendir, no soy una persona capaz de caer con tanta facilidad. De una forma o de otra, les haría ver que soy mujer y no por eso soy más débil. No quiero una ley para favorecerme, quiero una justicia equitativa con las necesidades de cada uno.

No quería unas pruebas más fáciles, eso era otra forma de llamarme frágil por ser mujer. Quería que mi altura aceptara mi realidad biológica y con eso, me bastaba.

Soy policía, a día de hoy, inspectora. Durante mi carrera, he detenido desde críos cometiendo hurtos menores a auténticos capos comerciantes de droga en redadas planificadas durante meses. He tenido miedo, como todos quienes trabajaban conmigo.

Lo he superado también, he sido fuerte y valiente.

¿Qué es lo más duro de todo esto? ¿Por qué me estoy molestando en escribir esto? Jamás hubo nada tan rudo para mí como el hecho de ver a quienes deberían ser mis aliadas en esta lucha aceptar la realidad paralela que les vendieron. He visto mujeres, jactándose de ser feministas defender las pruebas para mujeres en este trabajo; defender una legislación que las llama débiles. Las he visto echar a muchachos bien educados por sus madres o padres de manifestaciones por el hecho de ser hombres. Jóvenes chicas inconscientes que entran en trabajos donde se exigen estereotipos de belleza creyendo aprovechar su género, cuando se las denigra.

¿Por qué defendéis una norma que nos llama débiles? No lo somos, somos mujeres. Somos distintas, pero no menores a ellos. Algunas cosas nos cuestan menos trabajo que a un hombre por nuestra biología, otras a ellos por la suya. Aun así, debemos reclamar nuestro derecho a no ser discriminadas. Debemos pelear por las realidades, las que son y cuáles deberían ser. Jamás voy a permitir, como mujer, que me consideren más débil por mi género.

¿Por qué echar a un muchacho bien educado por querer ser tu aliado? En el pasado, miles de mujeres hubiesen dado una mano por tener hombres dispuestos a defender sus derechos. ¡Claro que un hombre puede ser feminista! Buscamos la igualdad y eso inculca a ambos. Quizá no comprenda del todo qué es ser fémina, pero no le voy a discriminar por querer lo mismo que yo. No voy echarle de un lugar donde ambos llevamos la misma espada contra el mismo dictador.

¿Por qué debo pensar que me aprovecho de algo denigrante? Eso es una cuestión educativa. Quieren confundir una realidad para continuar una conveniencia, no es así. No es un favor que te utilicen de carnaza.

Ese ciertamente, es el peor de los golpes. Lo cual no quiere decir que nuevos sigan viniendo a intentar tumbarme. Ahora, es popular denominar a cualquier feminista dando opiniones a favor de la igualdad de derechos como una “feminazi”.

No importa si no tienen argumentos para tacharme con ese nombre, sencillamente es un término hecho para ratones acorralados. Intentar injuriar el valor de mi lucha con un cambio de nombre. Para justificarlo, se exhiben en los medios muchachas hartas de estar oprimidas cuyo camino se ha tornado muy drástico. Nadie muestra los innumerables movimientos machistas de hombres radicales… maleducados. Sin duda, globalmente son mayoritarios, pero no importa. Siempre es más cómodo para quien lleva el mando quedarse en su zona de confort en lugar de intentar cambiar algo. Son muchos los casos de violencia de género hacia la mujer que ahora también pretenden vender como que se castigan más que si a un hombre le hubiese ocurrido. Voy a resumir esto de la siguiente forma:

“Si una persona a quien no conozco, me atraca y me apuñala por la calle porque soy la primera presa que vio, no hay violencia de género. En cambio, si vino directamente por mí a rajarme por el hecho de que soy mujer y deseaba mostrar su superioridad por ese hecho, es violencia de género”

No todo es perfecto ni se puede aplicar a un método exacto. Somos humanos, hombres y mujeres, no podemos acertar siempre.

Soy feminista, lucho por una ley justa que tenga en consideración la biología de cada género y le dé las mismas oportunidades a cada uno, no una que me llame frágil. Quiero que todos tengan derecho a elegir y mostrarse como son, independientemente de su orientación sexual, su género, sus gustos…

Queridas compañeras, debemos pelear juntas. Debemos hacerles ver qué es el feminismo e impedir que lo mancillen con otra palabra sustituta con un mal significado. Debemos impedir que los medios mientan sobre un favor inexistente hacia nosotras. Debemos hacer lo posible por cambiar la mala educación recibida a lo largo de la historia y castigar a esos cabrones que se creen superiores. Jamás nos dejemos pisotear por quienes cree tener derecho a ello. No permitamos mantener una sociedad donde la discriminación es “novedad” y nos quieren inculcar que es algo bueno. Debemos mostrarnos fuertes, valientes, luchadoras… debemos mostrarnos como somos, mujeres.

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