Galopando sin sentido

Galopando sin sentido

Kawai

07/05/2017

Las torres de mis castillos ya son ruinas.

Ruinas que antaño fueron refugio de mil princesas, dragones de fuego y algún príncipe desorientado al que rescatamos de la hostilidad de las noches de infierno salvaje de los bosques circundantes.

Y es que escritores a lo largo de la historia tergiversaron los roles.

Porque ningún príncipe nos salvó de nada.

Pero esto ya es agua pasada.

Yo ahora me encuentro en una estepa algo encharcada con mi caballo blanco aterciopelado al que le falta una pata.

Las otras 999 princesas se fueron cada una con su dragón de fuego a habitar lejanos lugares, a casarse con sus príncipes de cuento y a comerse alguna que otra perdiz.

Yo, en medio de la nada.

Yo, queriendo construir una realidad catártica.

Qué locura pensar otra realidad.

Pensar en una nada llena de todo un mundo de posibilidades.

Esa locura sublime que abre las mentes, que te llena de esencia…

Pero las noches en la estepa están llenas de discriminación, críticas, luchas internas, oscuridades…

El fuego que aviva la llama de mi corazón rosado es tan poderoso que me deja perderme sin sentido.

Galopando hacia ninguna parte.

Y, sin embargo, descubriendo las profundidades del alma.

Descubriendo lo que siempre ha estado oculto y lleno de telarañas.

Pues esa llama infinita que impulsa a mi alma a flotar en el aire sin rumbo fijo, es la misma que mantiene a mi corazón latiendo.

Un corazón que no se limita a la realidad conocida.

Un corazón sin fronteras y prejuicios.

Unos labios que cantan colores lejanos a la hipocresía.

Dónde la armoniosa travesía sabe a luminosa fantasía que conoce muy bien la cruda realidad.

Porque no por nadar entre rosas y jazmines, entre nenúfares y peces de colores, tu corazón no se encoje por las espinas subliminales de un paisaje aparentemente idílico

Y es que tengo 999 espinas que cantan canciones lejanas.

999 recuerdos de hermanas.

999 promesas de unidad indestructible.

Sin embargo, mis castillos en ruinas y mis rosas marchitas gritan a todas su lucha infinita.

Gritos y gritos desesperadamente ignorados que se ahogan en el frío hielo de la incomprensión, de la simple apariencia de una falsa amistad que desgarra por dentro mi inocente corazón.

Inocencia de tan alta princesa.

Belleza de transparencia perfecta.

Pero la hipocresía salta y vuela tapando los ojos de cualquiera.

El egoísmo que nos nubla la mente.

El egoísmo que nos limita.

La paz que no nos queda.

Vidas vacías de princesas que rompieron sus promesas.

Gritos de lucha, desgarros de muerte y 999 visitas galopando sin suerte.

Llegaremos todas a encontrar un sentido a nuestro destino, a nuestra forma de brillar, a la llama que nos mueve sin advertirnos de su presencia y nos invita a luchar por unos labios distintos a los de aquellos príncipes perdidos, por unas espadas con las que cortar injusticias y barreras y poder ser princesa que galopa en su imperfecto caballo blanco por la estepa.

Sus reflexiones sin rumbo, sus caídas, su espontaneidad inoportuna para aquellos, la sumieron en un profundo sueño deseado.

Pero de este sueño que la inmovilizaba por entero, deprimiendo hasta el último rincón de su precioso cuerpo de seda, la despertó para nuestra sorpresa una linda princesa.

Dos almas que se encontraron en circunstancias honestas, recorriendo los valles, quedando secuelas, almas incandescentes cuya promesa brillaba por fin.

Esa muerte en vida se tornó en caricia de dulce respirar y cada segundo era un disfrute infinito.

Sus cuerpos suaves se atraían sin remedio, sus ojos no podían dejar de mirarse, la frescura de sus sonrisas resultaba envidiable….

Tantas lágrimas que ahora eran ríos en los que las ciervas bajan a beber, los lirones entonan cánticos de triunfo y algunas gentes lavan sus camisas.

Porque quien con nobleza ha sabido soportar espinas y cicatrices siempre le queda la recompensa de acariciar despacio y suavemente un corazón para ella creado.

Pues el sentido encontrado fue el que la historia no cuenta.

Censurado por que las apariencias importan aunque nuestros corazones estén podridos por dentro.

Y si la vida es un instante para qué conformarse.

Deja volar tus esperanzas y siempre ten presente que todo es posible aunque algunos caminos tengas que abrirlos tu misma con tu espada.

Hay caminos de rosas que te sonríen al pasar con algodones que protegen tus pies y, sin embargo, te encierran sin remedio en una soledad en la que tus gritos no suenan, en la que tus razones no bastan y tus intentos de huida solo causan risa.

Y caminos entre espinas y brasas que liberan tu alma y donde tú susurro es suficiente para defender tu felicidad.

¿A qué esperas bella dama? Ven conmigo a pasear.

Trotemos entre montañas de papel escribiendo con nuestras huellas nuestro camino a recorrer.

Que nos llamen raras, inconscientes, locas…y un sinfín de adjetivos limitantes, pues nuestra vida será ejemplo para futuras saltarinas de escrituras alternativas.

Porque, ¿no es más raro en realidad dejar de ser tú por contentar a otros? ¿Vivir sin vivir para que la losa del juicio no caiga sobre ti?

Yo te relato mis reflexiones de queja, nuestro cuento desde dentro, donde la valentía es verdadera.

Yo te relato lo que en tus cuentos de infancia sobre princesas no te contaron.

No te contaron que la mujer es valiosa en su esencia, sin príncipe ni princesa.

Pues el amor más grande es el amor que una misma se tiene.

Si de algo te ha valido, de este relato has aprendido.

Mi mente que se desvanece y deshace tan andarina y pensante deja deslizar las palabras presentes en tan preciado instante.

Mi mente que quiere acabar conmigo, derribando las escasas ruinas de mi esperanza es la misma que se expresa dentro de cuentos cuyas metáforas son reales.

Y es que buscar el sentido a este relato de amor en sus diversas maneras hace que pierda el sentido y ya no valga la pena.

Pues ya sin esperanza escribo mis últimas palabras, dejando un legado de mi locura blanca.

Blanca como la nieve, blanca como la inocencia que ahora me envuelve.

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