Todo lo que pensé y no hice.- RN

Todo lo que pensé y no hice.- RN

Parsley Twelve

02/05/2017

Hola, supongo que no me conoces, o quizás sí, en persona o de oídas, no lo sé. Si estas aquí no tengo ni idea de como has llegado, pero me alegro de ello. Voy a contarte algo que nunca me he atrevido a decir, que siempre me he guardado y continuamente evitado. Puede ser que me comprendas o por el contrario que no le encuentres el sentido, pero prueba a ver.

Llevo dos años acorazada, siendo piedra, siendo mármol. Aunque más bien me comparan con carbono puro cristalizado en el sistema cúbico, el más duro de todos los cuerpos y generalmente incoloro. Estoy cansada de ser así, es hora de darle la vuelta a la tortilla y empezar de nuevo a cocerse, a formar otro lado más humano, a sentir, a soñar, a dejarse llevar, a querer.

Me han dicho muchas veces esa frase de «nunca es tarde» y asentía con la cabeza dando la razón como a los tontos pero nunca le di uso. Hasta que un día te levantas, desayunas y te miras en el espejo que tienes en tu habitación, y te sigues mirando, en silencio, sin pensar en nada pero a la vez en todo. Entonces comprendes que es hora de poner un punto y aparte, porque nunca es tarde para empezar una nueva frase.

He abierto una libreta que me han regalado por año nuevo, es marrón, con manchas de pintura blanca y negra. Huele a nuevo, y como me gusta.

Estoy sentada en un muro frente al mar, en el sitio donde suelo ir cada fin de semana a desconectar. Estoy viendo a unos chicos hacer surf en un mar con más resaca que un domingo bajo un día bastante soleado, dispuesta a contar aquello que pienso pero no hago, aquello que siento pero no digo, y tengo miedo, miedo de complicar, de revolver las ideas, los sentimientos, los recuerdos, las ganas, pero quiero vencer ese miedo y al finalizar la última página de todo esto, espero dejar de pensar tanto y hacer más lo que pienso. Y quiero.

Voy a contarte como ha sido conocer a una persona que me ha cambiado la vida, y esta vez ha sido a bien.

Abre la libreta que:

– Tengo que decirte…

Que me ha encantado verte sonreír,

y más aún cuando he entendido que el motivo era mi risa.

Tengo que decirte que tienes una sonrisa

como el verano y se me ha pasado por la cabeza

pedirme unas vacaciones de por vida en ella.

Tengo que decirte…

– He visto…

Que me miras de una manera

que paraliza hasta al más rápido,

he visto que me abrazas

como si no hubiera mañana

y me gustaría acostumbrarme a ello.

He visto que las horas

son fugaces a tu lado pero sin ti

solo son caracoles en un día sin lluvia.

He visto…

– Necesito…

Esa confianza que me das

pero triplicada por tres.

Necesito seguridad,

necesito que me la des.

Idea la forma.

Ideala pues.

Que ganarme no es fácil y

conservarme menos es.

– Me gusta…

O me gustas,

me quedo con ambos términos.

Pero es como la pescadilla que se muerde la cola,

siempre lo mismo,

no veo resultados,

no hay fin.

Pero me gusta(s).

Y necesito una goma,

o mejor una libreta nueva con la que

partir de cero evitando, como siempre, tachones.

Que esto ya no es vida,

que es un desastre,

que es felicidad intercalada,

que es como pasta sin tomate.

Me gusta pero le falta.

Y yo lo que quiero ponerle son ganas.

Y salsa.

Me gusta(s).

– Y si…

Nos dejamos de tonterías,

y le regalamos esa sonrisa cómplice al mundo.

Tú y yo.

Y si dejamos el pasado atrás,

vivimos el momento

sin pensar tanto en que pasará.

Tú y yo, no sé, piénsalo.

Y si…

– Nos olvidamos…

Un poquito más del tiempo, apartamos el reloj,

olvidamos el pasado,

incluso el presente y lo que está por llegar

y emprendemos un nuevo vuelo.

Nos olvidamos de nombres y apellidos,

vivimos siendo quienes realmente queremos ser,

nos olvidamos de tanta saturación

y empezamos de nuevo con menos grado de color.

Joder, que tengo ganas

de sentirte de verdad, de mostrarnos tal y como somos,

que estando tú y yo al lado todo sale solo.

– Me arriesgo…

A perderme y posiblemente a perderte.

Pero quien no arriesga no gana

y si no gana o no apostó a las estrellas

o la apuesta no era tanto como brillaba.

Pero esta vez me arriesgo

porque he visto tu luz,

y tiene un brillo especial.

Me arriesgo a apostar por ti,

por mi, por la media luna que nos sale en el rostro

dando lugar a Catalina cuando estamos juntos.

Me arriesgo a lanzarme al vacío,

confiando en que tú seas mis alas.

Me arriesgo…

– Prométeme…

Que si algo falla y caigo

harás de suelo,

que me hará falta.

Prométeme que nunca me lastimarás,

confío en que nunca lo harás, porque

supongo que no eres ese arma de doble filo

con el que suelo jugar.

Y si lo eres,

prométeme avisar,

que ya tengo demasiados cortes como

para exponerme a uno más.

Me arriesgo a caminar, pero

esta vez de puntillas,

por este terreno llamado amor

y digo de puntillas porque estoy

a un pedazo de terminar de romperme el corazón.

No me falles.

Promételo.

– Ahora…

es ahora.

No es dentro de un rato, ni de dos,

ni mañana, ni pasado.

¿Por qué siempre dejamos todo

para más tarde?

Es hora de ahora,

de centrarnos en lo que realmente

queremos como objetivo y

atraparlo.

Atraparlo ahora,

no dudarlo,

seguir adelante sin pensar demasiado.

Es ahora la hora,

de ahora.

– Entonces…

cojería impulso para dejar de ser

avión en tierra, reloj sin agujas,

cuerpo sin corazón

y lanzarme a la aventura

de mi nueva libreta y hay una parte

que reside en ti.

Entonces,

desearía que me lanzaras la mano,

dispuesto a viajar a mi lado

y sin dudarlo, saltar.

– Te veo…

con ganas,con fuerzas,

con ilusión, con corazón.

Te veo, me veo y

me has cambiado.

-Dime…

Como lo has hecho para que ceda,

que has hecho para que quiera lanzarme,

que has hecho para cambiarme,

que has hecho con este corazón de piedra

que ahora quiere planear

a tu lado.

Dime, si fue casualidad o destino,

fue cosa del azar o

si fue un deseo cumplido

a alguna estrella fugaz.

Dime…

– Y es que…

Te has hecho admirar de una forma especial,

como lo eres tú.

Y es que te mereces

mucho más de lo que das,

eres genial.

Te has hecho ganar

por aprender a aguantar,

a luchar, a respetar, a mirar,

a dejarte llevar, pero con cabeza.

Te has ganado el cielo y

me has ganado

y creo que no hay nada más bonito que eso.

Y es que…

¡Te quiero!

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