El consejo del entrenador de futbol americano

El consejo del entrenador de futbol americano

Jorge Montolío

24/04/2017

(Breve introducción. Transcribo tal y como gravé con mi móvil la conversación que mantuve con el norteamericano Hunter T. Ellis, hará ya dos años y un océano atlántico de por medio. Hunter me pidió que jamás revelara su verdadero nombre y por eso inventé el seudónimo de Hunter T. Ellis. Razones como esta o como la accidental desaparición de la conversación registrada han hecho que detractores y mentirosos me acusen de inventar al personaje y falsear la historia. Los que me conocen saben que eso es imposible, y ni me dignaré a desmentirlo. Conversamos en inglés y traduje el texto de forma literal para su mejor comprensión. Prácticamente todo el rato habla Hunter.)

-Llevo toda la vida jugando a este juego. Tú no tienes ni un cuarto de vida así que no espero que entiendas lo que significa la vida entera. Pero entenderás que he dado todo por este deporte. Y él me lo ha dado todo a mí. Sabes de lo que hablo no porque yo te lo haya contado, sino porque lo ves en mí, ¿es cierto? Tengo un buen aspecto, ¿que edad me echas?

(Inaudible, pero dije «¿Sesenta?»)

-Más. Déjalo: setenta y ocho años cumpliré este junio. ¿Te das cuenta? Eso es dedicarle la vida entera. Y siempre como QB (quarterback). ¿De que te ríes¿

-Es una buena manera de entender lo que es «la vida entera».

-Sí, ya lo creo que sí. ¿Europeo, eh? ¿Español? Buen vino, en California imitamos el estilo español para el vino, todo el mundo lo sabe. ¿Que decía? Ah, sí, mi licenciatura en periodismo. Si andas toda esa calle y luego vas unas cuadras a la derecha verás un jardín lleno de enanos de jardín: yo los odio pero los puso allí mi mujer. Si entras en el salón… bueno, si entras en el salón si avisar ten cuidado. Pero si vienes algún día conmigo te enseñaré la licenciatura de periodismo.

-Eh, ya… pero…

-Tranquilo, aún no deliro. Solo quería decirte, chico, que no es que sea una cosa, ¿pero te crees que saqué tan buenas notas que solicitaron allí mi presencia o que mis padres tenían el dinero para pagar? Entré becado gracias al futbol. Lo quiera o no marcó mi vida, y afortunadamente, lo quiero (se ríe). Salí de allí bien dirigido gracias al futbol. Enamoré a mi mujer dedicándole mis touchdowns, por muy idiota que te suene.

-No, idiota no…

-Supongo que muy tópico.

-Digamos muy cinematográfico.

-Ese es un interesante eufemismo. Yo también conozco palabras difíciles (Vuelve a reírse). Una vez el cuerpo no dio más de sí, como nos pasa y nos pasará a todos, me metí a entrenador porque sabía y sé que me muero si no es por el fútbol. Y no tiene nada de romántico, ¿sabes? Ni de filosófico ni de poético, aunque tú andes buscando ese tipo de cosas, que te lo veo. Me gusta saltar al campo y pegarme unos golpes y unos saltos con los chicos del barrio («with the dowtown boys»). Me gusta celebrar las victorias o que un balón llegue hasta un punto en el que desaparece. Puedes decir que «mis problemas desaparecen con el balón» si es la metáfora que buscas.

-Déjame el trabajo a mí, el escritor soy yo.

-Vale, vale, europeo: pero déjame decirte que el fútbol en sí no dirá nada de la vida, pero a uno lo hace disfrutar.

(Corta pausa de silencio)

-No del todo. No del todo, en realidad. No es que no te haga disfrutar, claro que sí. Pero también te dice alguna cosa de la vida. El fútbol, en realidad, es como la vida. Veamos. Hay veces en las que se tiene el balón; hay veces en las que no. Cuando no tienes el balón, ¿verdad que puedes correr por todo el campo, sin que nadie te moleste? Verdad. Piensa en la vida. Cuando no lo tienes y ves como manejan el asunto los demás allí a lo lejos, se siente uno tan raro, con tantas ganas de vivir. Uno en todo caso debe hacer es encontrar a perseguir al que tiene el balón y quitárselo. Pero pasa que otras veces… lo tienes tú.

-¿La gran oportunidad?

-Calla, no arruines la metáfora.

-Otras veces lo tienes tú. Y entonces eres tú el perseguido. Es incluso mejor que ir detrás del balón, es dominar el partido entero y ser parte de un pequeño destino. Como ser el primero en encontrar oro en el río, y disculpa mi folklore.

-No sé si le da o le quita credibilidad a tu testimonio.

-Bueno, por muy inusual que sea la realidad es realidad al fin y al cabo, que se le va a hacer.

-Venga, sigue.

-Sí, pero procura no volver a interrumpirme. (Hunter tose) Que solemnidad le doy, ¿eh? Mira… Cuando tienes el balón todo se vuelve duro y las cosa no van como uno pensaba, como es en la vida, y cuesta mucho más cruzar el mismo campo por el que paseabas antes sin que nadie reparara en ti. Vendrán a sacudirte y se acercarán cuando te vean correr; se lanzarán sobre ti y querrán quitarte el balón, tu balón, y a ti te costara tanto o más que ellos si es que llegan a conseguirlo.

-Veo por donde vas.

-Pero si llegas al final y marcas un tanto, ¡joder! ¡Pero qué alegría! Sentirás lo que sienten los escritores cuando les entregan un premio, o más bien cuando ya se lo han dado y pueden dedicárselo a su madre. Si marcas un gol…lo habrás conseguido. Habrás dejado tu marca: sobre los rivales, sobre el campo y sobre el marcador. Eso mismo es la vida. Puedes correr todo lo que quieras, jamás harás nada sin el balón entre las manos. Otras veces la vida se pone cruda, no sabes quien es de tu equipo y quien no -eso no lo tiene el buen fútbol-, y la gente te atacará, te repudiará, te traicionará, te mentirá, tratarán de destruirte y no sabrás porqué. Pero tranquilo, eso solo indica algo bueno, muy bueno: chico,¡tienes el balón!

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