Recostado en mi cama, escuchando a la lluvia, esperaba que el Turco me trajera cigarrillos del almacén, haciéndome una gauchada indispensable para calmar mi ansiedad. Estaba un poco triste, va para que decir un poco, si en realidad la medida de la tristeza es un engaño que nos hacemos los orgullosos, cuando hay tristeza es y punto, lo mejor de todo, es que irrumpió por amor, por una separación más.
Hacía muy poco había vuelto de un viaje a Asunción del Paraguay, visitando a una tía abuela que allí reside y que trabaja con niños que tienen dificultades de aprendizaje, pero mi estadía allá era, sencillamente, para seguir estirando el tomar las riendas de mi vida.
Llego el Turco, me miró y me dijo; – Vas a echar raíces si seguís así, se te hundió el colchón ya., tu mueca quedó tatuada en la espuma, ¿cuánto más te vas a quedar así?; El Turco es un amigo de fierro, el me ha seguido a todas partes y me ha aportado compañía de la fiel, digna de de andanzas, sin mirarlo le dije; – Es que estoy cansado de estar acá, no se hacer nada, no sirvo para la sociedad de hoy; él se río por lo bajo y me contesto; – Esas son tus excusas baratas, victimízate, en vez de agarrar la mochila, tu audacia y marcharte de acá….¿por qué no nos vamos por América?; El Turco tenía razón, pero mi miedo es la soledad….bueno no se a que le temo de la soledad, si al final de la vida estamos mano a mano con la muerte; – Déjame pensarlo Turco.
Me quede solo, en mi alcoba, al cabo de un rato, no soporté más mis pensamientos, eran preguntas constantes: ¿por qué se fue?, ¿qué hice mal?, ¿ya no me soporta ninguna mujer?, en fin, tome un resto de ron que quedaba en una botella, afeite mi cara sucia y mal trecha, me di un baño y salí a la calle a buscar, no sé bien qué, pero mi alma no necesita mi voz acusadora, así que emprendí movimiento.
Llegue a un tugurio, luego de un largo viaje en ómnibus, es lo que tiene la ciudad, la espera del viaje, en el medio veo gente, de todo tipo, parece que mi sintonía siempre es la misma, la de los rotos, en el alma, el ritmo era incesante, pero se jugaba con miradas, con gestos, me baje del ómnibus y ahí nomás alguien toco mi hombro, me di vuelta y era una hermosa dama, más alta que yo, rubia electrizante, ojos marrones y su mirada era punzante, llevaba un brazalete con la cara de Luther King y un pequeño collar, con los colores rastafari, ella me dijo; – ¿Tienes fuego?; pensé dosmil bobadas en un segundo: “El de mis ojos- el que no se ve pero se toca- no fumo soy sano queres que te ayude a serlo-no tengo pero te ayudo a conseguir uno ya-el encendedor lo presto a quien conmigo va; por Dios, mi cabeza era en relámpago, así que fui sincero;-Que sí , tengo fuego; le dije y me sonreí, en un instante ella también se rió y entre palabras nos fuimos juntos a bailar.
Entramos a un lugar, oscuro y lleno de gente, la música estaba acorde con lo bajo del lugar, simplemente lo conocía de nombre, pero ella era una habitante del mismo, enseguida la rodeó un montón de gente, ella se acerco a mi oído y me dijo; -Déjate llevar, simplemente mañana apenas te vas a arrepentir, vale la pena el placer.
Quede paralizado por un instante, cuando dos de sus amigas me tomaron, una por la espalda y otra por el frente, se reían y gritaban con voz aguda, una portaba una botella con agua, en su mano, la cual me refregaba por la espalda, la otra había introducidos sus manos debajo mi remera, me acariciaba el torso y bailaba, yo simplemente me movía, sintiendo la energía que recorría mi cuerpo, ya no racionalizaba y menos cuando bebí durante horas y horas, hasta charlar enajenadamente del efecto de las drogas, de la política y bailar con 4 personas a la vez, entrelazadas con cientos de seres felices en transe, al menos eso sentía.
Salimos de día del lugar, la bella dama rubia, la perdí, estaba rodeado de chicos y chicas que me mencionaron “hacer un after”, en seguida seguí a las personas, ni sí, ni no, solo voy.
Como me lo imaginaba, camino a una orgía, llegamos a un mega departamento, acondicionado para todo tipo de evento de este calibre, habían dos camas en el living que se comunicaban por una pasarela, otra que caía de la pared, barras con botellas, dos baños y no sé dónde diablos estaba la cocina, tampoco importaba, ya que dos chicas repentinamente comenzaron a practicarme sexo oral, desenfrenadamente, pero yo estaba anestesiado, mi sueño sexual, mi fantasía se estaba cumpliendo y yo no la estaba disfrutando, no por no querer, algo me estaba frenando.
Sus bocas tibias, al rato hicieron que me olvidara de todo lo que en mi cabeza rondaba, una de ellas saco un preservativo, me lo coloco, y comenzó a amarme desenfrenadamente, hasta tener orgasmos, varios, cientos, no lo se, pero era una explosión de placer, la otra, me besaba, besaba a mi partener y también se besaba a ella misma.
Era un desenfreno sexual, llego mi orgasmo, en mi mente, extraña y retorcida, pensé en mi ex mujer, en una actriz porno, en mi primera novia, hasta que el placer intenso y desorbitante, no me hizo pensar en más nada.
Ellas se largaron, ni un beso de despedida, las vi en otra cama, pero yo de nuevo estaba invadido de incertidumbre, ¿por qué?, quizá las drogas no son las apropiadas, quizá yo no soy apropiado para estar allí, cuando me estaba marchando, una mano desde el costado de una pared, me toma por el cuello, me da vuelta la cara y besa apasionadamente, era la rubia del cigarrillo, “Erika”, me dijo, la mire a los ojos y era un angelito, pero su expresión era infernal, el mejor ejemplo de Luzbel que había visto.
Ella me beso, me miro a los ojos y me dijo;- sabía que tu no eras para estos lugares, quiero irme con vos; ahí, en ese mismo instante, mi corazón latió de felicidad, por primera vez, la energía de Erika, sin conocer su ser, sabía que era la apropiada, es ese estilo de información que cuando paro de pensar, aparece sin dar explicación.
Excitado, feliz, descontrolado y borracho, le dije; – Desde que te vi, pensé en este momento, no sé por qué; fui netamente sincero, esa sinceridad que nació desde adentro, nos tomamos un taxi, conducido por una mujer, también bonita, nos besamos y reímos de principio a fin de viaje, nos bajamos en un hotel y al fin nos amamos, profundamente.
Me levante en llamas, la toque empezando por su tobillo, con la punta de mis dedos, acariciando al mismo tiempo con mi lengua su pantorrilla, subiendo por grietas que recuerdo como si fueran autopistas de placer, ella me tumbó y me comenzó a besar el abdomen , desgastadamaniobra que siempre da resultado, conmigo, me practico sexo oral, hasta hacerme estallar, su lengua era resbaladiza, luego llego a mi cuello y la di vuelta yo, la mire a los ojos y le dije; – no sé cómo pero me gustas, como si te amara hace años; y esas fueron las últimas palabras, bizarras y cursis que le dije.
A la mañana, al despertar, ella ya no estaba, había una breve nota: “Búscame en los ojos de tus amantes, tócame en la vida vegetal, siénteme en la caricia del viento, soy un atrapa sueños de cristal, báñate conmigo, en las aguas del recuerdo”, casi rompo la nota al instante, pero la di vuelta y decía: “tú no eres para mí, te amo”
Tomando mi angustia y desconcierto, me fui a casa, caminando, ¿Qué fue todo esto? me pregunte en el peregrinaje, lo mejor es que el sol se estaba poniendo nuevamente y yo no registre nada, más que su piel y sus sueños esas horas, esos instantes.
Llegue a casa y volví a la cama, con mis cuestionamientos de siempre y aún más, no sabía si llamar al Turco o a alguien para que me aconsejara. Me senté en la máquina de escribir y no sabía qué hacer.
Pasaron dos días y solo me higienizaba, apenas comía y fumaba como condenado a muerte, entonces llegue a una conclusión, debía tomarme el ómnibus a la misma hora esa noche, para reencontrar a Erika.
Fui a la parada, me subí a 3 ómnibus distintos y ninguno contenía su presencia.
Escuchando rock, llorando por mí y mi dolor, destrozando mi cabeza, llame a la compañía de transporte, ellos me dijeron que ese recorrido que describo no existe.
Fui a lugar bailable, estaba recientemente clausurado, ¿cómo podía ser?, tratando de recapitular, viaje hasta el apartamento fiestero, orgiástico, nada, no vi entrar a nadie, ni en la noche, ni en él día.
Nadie me creía lo sucedido.
Luego de un tiempo, me arme de valor y comencé a alimentarme, emprendí una búsqueda de nuevos rumbos, trabajo, estudios, cosas que la sociedad demanda.
Una noche, luego de salir del estudio, donde soy administrativo, me tome un taxi, el aroma del mismo me resultaba conocido y lo mejor de todo, lo conducía una mujer, como aquella noche.
Mi pulso se aceleró, de pronto, no me aguanté y le describí la cuestión, me pase al asiento de adelante e increíblemente, ella no sabía nada….increíblemente para mí.
Pasó el tiempo, jamás la vi a Erika.
Un buen día, luego de la visita de mi flamante amante, Vivian, me recuesto, en la cama, la cama es ese lugar para mi donde ocurren las mejores y las peores cosas, desde el lecho de muerte, hasta el placer más sincero, absorto de cuestiones mundanas, llevándome a un paraíso soñado.
Recordando la escena, busco un discode Sinatra para escuchar y en ese instante se cae un papel, que decía: “Búscame en los ojos de tus amantes, tócame en la vida vegetal, siénteme en la caricia del viento, soy un atrapa sueños de cristal, báñate conmigo, en las aguas del recuerdo”.
Quizá burle la regla del testigo que convalida la vivencia, quizá haya sido todo un delirio, o mejor aún, un sueño cómplice de la vigilia, pero lo importante es que algo cambio en mi para siempre.
Atesorando la nota, abrí la puerta de casa y ella, Vivian, saco dos pasajes, – ¿Quieres viajar conmigo? tu me gustas, quiero compartir con vos mi amor; esas palabras tan dulces me hicieron dar cuenta que lo sucedido todo este tiempo me reforzó la idea del amor, luego de haber atravesado luchas exteriores, al fin se concreta lo que en el interior siento.
Hoy, veinte años después, solo en mi alcoba, recuerdo como en poco tiempo mi vida, tomo un giro nuevo, fruto de todo eso, concibo un grato sentido de lo que es la vida.
OPINIONES Y COMENTARIOS