El secreto de los Pinos.

El secreto de los Pinos.

Daya

10/04/2017

Amanda, una elegante señora de 77 años, oculta tras sus oscuras gafas, lágrimas que recorren su aún bello rostro, entra en casa en compañía de su hija Natasha, alta, rubia y elegante, a quién sus ojos arden de tanto llorar la muerte de su amado padre.

Natasha se dirige a la cocina a preparar un cálido Té para ambas, se sienta frente a Amanda y juntas recuerdan anécdotas de el buen Saimont, sin embargo, Amanda le acentúa una pequeña historia que aún no le ha contado.

Amanda luego de un sorbo más de su té, lo coloca sobre su mesita, junto a su sillón, y mirando directo a los ojos de su hermosa hija, comienza su historia.

A mis 18 años, vivía al Norte de Irlanda en Irvinestown éramos una familia de clase alta, a mí me encantaba recoger las fresas y montar mi caballo, allí conocí a un mozo de cuadra, un hombre alto, de ojos color olivo, de pelo tan claro como rayos de sol, y siempre sonriente, a quién amare toda mi vida. Jhosua, mi primer amor.

Al principio solo cruzábamos miradas, pero al llegar la primavera. Declare lo que por él sentía, lo invité a buscarme a los pinos detrás de casa dónde, me senté y ansiosa espere… escuche sus pasos en la tierra y se sentó a mi lado, con su perfecta sonrisa, me saludo y con nerviosismo preguntó:

-¿algún problema señorita Wailly?

-Joshua, el problema es usted.

Amanda deja escapar una leve sonrisa antes de tomar un sorbo más de su té y colocarlo de nuevo sobre la mesita.

Nunca olvidare la expresión de horror en su rostro;

-Lo siento Joshua, no fue mi intención asustarle- le dije- solo pretendía decir que desde el momento en que le vi, usted forma parte de mis noches, le miro y mi estómago siente como cientos de aves emprenden el vuelo.

Joshua más sonriente que de costumbre, tartamudeando me dijo:

-Pensé que sólo era yo quién tenía esa sensación de tormenta en mis tripas.

En ese instante sentí que el viento traspasaba mi cuerpo, los árboles bailaban un vals, mis pies flotaban, las voces eran pequeños murmullos que repetían las bonitas palabras de aquel joven que olía a fresas y miel.

Durante los siguientes 11 meses Joshua y yo compartimos risas, y aventuras inimaginables en aquél nuestro lugar. Pero todo se hundió cuándo Joshua muy nervioso llego a los pinos, Los Problemas del Norte se habían intensificado y él tenía la edad perfecta.

Sentí que mis manos se congelaban, me quedé sin aliento, y mi alma cayó al suelo haciéndolo temblar, mis lágrimas llenaron mi rostro de tristeza , entre lágrimas y lamento dije a Joshua que lo amaba.

Joshua, en medio de su dolor, y con melancolía dijo:

-Aunque la distancia sea tan grande como la luna que noche a noche vigila nuestros sueños, quiero que sepas amada, que no hay mujer que tenga más dulce su boca, que no hay mujer que tenga más flores en su alma, y que me quite el aliento como me lo quitas tú cada atardecer. Prometo regresar a tú lado, para cumplir esos sueños que cada noche tendida en tú cama, forjas en fantasías. Ahora Amanda mía bésame como si no hubiera mañana.

Esa tarde por primera vez nuestros cuerpos se volvieron uno, desprendían olor a fresas y miel, nuestros labios temblaban de inexperiencia, su cuerpo era obra de arte, jamás pintada tan perfecta, sus manos eran suaves y acariciaban mi alma, entre pasión ahogamos nuestros miedos de nunca volver a vernos.

Joshua partió a la guerra…Mi padre furioso al ver que mi vientre crecía, me envió en tren aquí al sur, donde viví con su prima Clarissa; una viuda adinerada, que cambiaba de hombres a la par que las estaciones del año. Ella me dejo libre y me dediqué a mi pasión ¨pintar¨, y una tarde, como otras, me encontraba yo con mi inmensa barriga en la plaza del pueblo con mi lienzo en el atril, cuándo un joven pulcro y elegante se detuvo justo detrás de mí a observar mi pintura; acercándose y con voz suave dijo:

-¨Si esto lo haces tan hermoso, no imagino cuan hermoso debe ser ese hijo que estas esperando; afortunado aquél hombre de tenerte a su lado¨.

Yo le respondí desalentada; el hombre que ha ayudado a crear esta obra de arte, hoy no está conmigo. Sé fue a la guerra y aún no tengo noticias de él.

-Oh, que lamentable, ¿y sola te hayas?

-No, mi padre al sentirse deshonrado me ha enviado a casa de una prima suya, diciendo que compartimos el mismo estilo de vida.

¿Y usted tiene nombre?.

Sí, me llamo Amanda.

-Un placer verle pintar Amanda mi nombre es Saimont Huckle.-Amablemente besando mi mano, se retiró.

Al siguiente día, fui de nuevo a la plaza, él estaba esperándome, me saludo está vez con calidez y hablamos de arte y de mi historia con Joshua, él se vio muy compasivo conmigo. Y así cada día nos veíamos en ese lugar.

Salvo, el 18 de junio, donde en mi habitación, que se hacía pequeña cada vez que mi cuerpo pedía con dolor dar vida a la más bonita escultura que solo con amor, se es posible, te tome en mis brazos hija mía, y tu cuerpo me dio alegría y motivos para seguir esperando al amor de mi vida,mientras mis brazos mecían tú delicado cuerpo lleno de vida, supe que la felicidad tenía el color de tus ojos, te tomé de la mano y sentí el amor más profundo, y el miedo más aterrador. Pude oler entre tus dedos, fresas y miel. Te observé con ternura mientras tus llantos me reclamaban de comer, descubrí la belleza, la inocencia y la felicidad.

Golpes en la puerta, quebrantaron ese momento llenándome de entusiasmo, ¿joshua? ¿Mis padres? ; Para mi sorpresa era el joven Huckle, quién saltando de alegría entro en la habitación, y me dio un beso en la frente.

-Vaya belleza traes al mundo, ¿pero qué digo? Si es de saber que tal artista no podría permitirse hacer la escultura más valiosa de su vida de otra manera; Muy inquietante estuve al no verla por allí, y Preguntando por las calles fui, ¿conoce usted a la pintora que lleva en su vientre su mejor obra de arte? y aquí estoy, junto a estas dos flores-dijo sin parar de sonreír.

Huckle y yo te llamamos Natasha como ¨su abuela¨, tenía solo un par de meses conociendo a éste adorable hombre, tan atento a mí, que se hizo parte de nuestras vidas rápidamente.

Un viernes, de esos en los que Saimont acostumbraba a traerme libros y también leerte cuentos, me invitó a sentarme en éste mismo sillón para que lo escuchara, y tomando mi mano, de rodillas, me dijo:

-Amanda, algo quema mi garganta, y no viviría un segundo más sin decir ¿Cómo no buscarte si al irme ya te extraño? Desde el primer momento en que vi tus ojos irradiando ternura al verte en la plaza ese día pintando, no me importó ni un segundo si tu vida pertenecía a otro, no perdí la esperanza de tenerles a mi lado. Lucharía por ocupar un lugar en vuestras vidas.

Mi estómago dio un vuelco; yo sentía cosas maravillosas por Saimont, pero no eran tan fuertes como todo lo que sentía él por nosotras. Con toda mi sinceridad le dije:

– Querido Saimont, admito que mi corazón salta de alegría al verte, has sido un gran apoyo, y sé que quieres a mi hija como si fuera tuya, te quiero. Pero no podrías jamás ocupar un lugar primero en mi vida, aunque te desee también a nuestro lado; Eres tú la manera que tiene el mundo para decirme que la vida sigue siendo hermosa, así que me encantaría seguir nuestro camino juntos.

Beso mi frente y lleno de felicidad Saimont dijo:

-Querida Amanda, no pretendo ocupar su puesto, yo quiero ocupar el mío, solo para mí, en tu corazón y en el de tu hija, aunque del mío seas tú la dueña.

Y así comenzó nuestra bonita historia, ese adorable joven se hizo tu padre, dueño de tu corazón completamente, y… solo una parte del mío, aunque bien merecedor de todo mi amor, nunca pedí perdón por no haberle dado suficiente. Y en la soledad de esta casa, recordaba el olor de fresas y miel de Joshua, su sonrisa perfecta y nuestros momentos juntos.

Saimont y yo intentamos tener hijos, pero… nunca sucedió; él te amo como a su verdadera hija, y tú a él como un verdadero padre.

Nunca perdonare a mi madre, quien fue indiferente a mi sufrimiento por Joshua; Nunca regrese a Irvinestown, pues no podía fallarle a Saimont, él me había querido tanto, y entregado tanto, que no era justo que yo lo dejara todo para volver, sin saber con qué me iba a encontrar. Por algún motivo Joshua jamás me busco, y creo aún hoy, que él está muerto desde el primer día que se marchó.

Siento no haberlo dicho antes, éramos tan felices juntos, que no quise romper éste ensueño, lastimar a Saimont, o a ti. Y yo también era feliz, aunque siguiera en silencio, día a día pensando en Joshua.

Estaba esperando éste día. Dice Natasha con lágrimas en los ojos,y con tono desenfadado.

-Sabía que algo ocultabas, desde que tengo uso de razón…Te recuerdo cada mañana de primavera ,ver tus ojos ardidos de tanto llorar. Al principio preguntaba a papá si estabas enferma, pero cada año retornaban, los constantes cambios de ánimo, y tus ojos abultados.

Recuerdo tambien a mi padre, abrazarte, susurrándote ¨te quiero¨, él se alejaba de ti en esos instantes y venía hacia mí para llevarme al jardín donde me decía:

– ¨La primavera es hermosa Natasha, y florecen en tu madre recuerdos¨.

A medida que fui creciendo, me hice preguntas sobre mi rubio pelo, si vosotros lo teníais ¨castaño¨, fui preguntando a mi padre, sobre mis ojos verdes como olivos cuando: ¨tus ojos son color miel y los suyos café¨; Papá siempre tenía una buena excusa: porque te pareces a mi madre, porque te pareces a su madre, con 13 años sin vacilar, y con miedo pregunté a Saimont:

-¿Papá, eres mi verdadero padre?… Papá con lágrimas en los ojos no pudo mentir más; Yo lo abracé fuerte y llorando le juré que no reconocería jamás a otro.

Natasha se limpia un poco las lágrimas en su rostro al mismo tiempo que suelta una leve sonrisa.

– Luego me hablo de Joshua y de ti… Le pregunté por qué no quisieron hablarme de él y me respondió:

-¨Natasha, en la vida aprendes a estudiar estudiando, aprendes a trabajar trabajando, aprendes a amar amando, tu madre nos ama mucho, y se ha sacrificado por vernos feliz¨.

El me pidió, no hacerte sufrir, preguntándote por Joshua. Él sabía que aun en tu soledad le añorabas, y dormida susurrabas su nombre.

Mucho tiempo paso, para que pudiera entenderte y perdonarte, pero erais tan felices…comprendí tu sacrificio, y lo difícil que pudo ser para ti no volver a ver a Joshua… para no lastimarnos. Pero papá también hacía un gran sacrificio, siempre te amo, aún sabiendo que solo le entregaste parte de tu amor.

Amanda y Natasha se abrazaron, prometiendo volver a Irvinestown, por noticias de Joshua.

Amanda se dirige a su dormitorio, colocando su rostro sobre su almohada, cierra los ojos… ¨Era primavera en Irvinestown, caía la tarde, y Amanda corrió hacía los pinos enormes detrás de casa, se sentó donde acostumbraba, mirando al cielo. Y el viento le trajo un dulce olor a fresas y miel…un joven Joshua se hallaba a su derecha con esa perfecta sonrisa tomando fuertemente su mano, escuchó la dulce y alegre voz de Saimont quién sentado a su izquierda besó su frente con ternura¨

Amanda no despertó jamás de este bello sueño…

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS