Doscientos ochenta y uno
¡El 22 ya es historia! Corría la voz entre quienes estábamos en la habitación oscura. Dicen que fue rápido como un centellazo fulminante. Desconcertados decidimos enumerarnos nuevamente para cerciorarnos: 1… 38… 128… 217… 280… Me correspondía contarme y obviamente era prescindible, podía leerlo en sus miradas. Temblando de miedo grité trémulo y vacilante: ¡281! Todo...