La mitad del otro.
pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro. Mi cabeza se golpea contra el parabrisas. Me flojean las manos y las piernas. Mi cuerpo, convertido en algo independiente a mi voluntad y atado a una inercia feroz, que solo es interrumpida por ese gran muro. Y ahí permanezco inmóvil, bajo una suave ventisca, apenas...