Nocturna
A esa gatita aún le quedan muchas vidas por vivir —pensaba— mientras ella saltaba por los tejados, y yo, desde mi ventana, observando cómo las bombillas de los postes le abrían huecos a la noche, accionaba el encendedor —un par de bocanadas antes de emprender el viaje—. Mi maleta siempre va liviana, no quiero que...