Él ya estaría tomándose un daiquiri en el Malecón en estos momentos de no ser porque perdió el avión. Cosa que no le hubiera pasado de haber salido antes de casa. Algo que hubiera podido hacer si hubiera tenido preparada la maleta como le insistí. Pero como nunca me hace caso, ahí lo tengo, con los pies a remojo y bebiendo un tinto de verano tratando de no parecer afectado solo para no tener que darme la razón.

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