El veintidós ya es historia.

Entré en el compartimiento 22 apresuradamente. Sólo lo ocupaba un hombre trajeado con barba. Debía dar una conferencia sobre religiones esa tarde y me dediqué a releer el Corán. El individuo salió al pasillo empuñando un arma. A partir de entonces fui escuchando disparos cada cierto tiempo. El miedo me paralizó.

Cuando regresó, me apuntó con la pistola primero, pero enseguida se la llevó a la sien y se disparó.

Salí del compartimiento aturdido y abrí una ventana para que me diera el aire. Sobre el cristal se reflejaba el número 21 de la puerta.

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