“El 22” ya es historia. Así llamaban al psiquiátrico que había en 22 Nightingale Place en Chelsea. Allí pasé casi 10 años intentando denunciar que las medicinas que me daban no me hacían sino empeorar, que yo ya estaba bien, recuperado, listo para un nuevo viaje. Allí pasé fumando un cigarro tras otro tardes enteras en la terraza vallada, a la que llamaban “la jaula”, a la que se encaramaban algunos internos haciéndose pasar por monos.
Esta mañana vi a la Dra. Marsh entrar, subir las escaleras de acceso al edificio. Un minuto después mi dedo apretaba el detonador.

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