«El veintidós es historia», me dijistes, señalando con tu dedo la magnífica luna llena que aparecía en el firmamento. Ella fue testigo de lo que esa noche hicimos : nos amamos como nunca y nos peleamos como siempre. Fue el fin. Te amé, antes de que mis ojos te vieran, y tu me quisistes sin todavía conocerme. Nos adorábamos a pesar de que nuestros mundos seguían diferentes órbitas. Hoy veintidós, nuestros astros se han alineado definitivamente. Tú tienes un hijo que no es mío, y yo, una hija que no es tuya. Los cuatro,la familia entera, nos iremos de paseo.

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