«El veintidós ya es historia». Fue la inscripción que me entregó el recepcionista del hotel Hilton Gaziantep. Será el santo y seña que me identificará al llegar a la frontera de Turquía con Siria. Este trabajo de reportero de guerra «me está matando».

Será la sexta contraseña que usaré; la anterior me condujo a Roma. A ella llegué con años de retraso y no pude reportar la muerte de Julio César.

Luego de tantos viajes, querré descansar en Alquézar, escuchar leyendas de moros y cristianos, y en la mano, un buen tinto del Somontano. El río Vero será el testigo.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS