A esta gatita le quedan muchas vidas por vivir, dijo en voz bien alta Lena, para que todos le oyeran a través del muro que la tenía bloqueada, y que no le permitía relacionarse con el resto de gatas y gatos del club de felinos escritores.
No me quedaré, nadie puede acallar mi voz, siguió diciendo. Y de un salto se encaramó sobre el muro.
Y así emprendió su viaje hacia otro mundo donde, según le habían contado, había infinitos muros donde escribir. Facebook, le dijeron que se llamaba. Esperaba poder encontrarse allí con sus amigos y amigas escritores.
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