A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir, y no pienso gastarlas siendo modelo publicitaria. Mi dueño cree que puedo salvarlo de la bancarrota, ronroneando mientras pruebo una comida desagradable. «Alimentos Ulthar, lo mejor para su gato». Ya ni se esmeran los publicistas.

Desde el balcón, observo un desfile. Llevan estandartes y entonan canciones enigmáticas. Me lanzo a los brazos de un niño y lo miro, intentando persuadirlo. «Llévame contigo», grito en silencio. Entonces, sus palabras me envuelven de felicidad, como un ovillo de lana.

—¿Quieres viajar a Egipto? Almorzaremos a la sombra de la Gran Esfinge.

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