– A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir – es lo que oigo a mi espalda, cuando la caída parece inminente.

Una mano firme sujeta mi brazo y la escena se congela. Ha podido ser el tono, las palabras o simplemente saber que hay alguien ahí para mí.

Cuando ya nada me resultaba posible ¿otra oportunidad? ¿un nuevo comienzo?.

Como el citado felino, depongo mis intenciones, me giro, le miro y comprendo que es el inicio de un viaje diferente.

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