«A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir», te dije mientras te acariciaba el lomo tras el mordisco que a punto estuvo de costarte una. «No te preocupes, mañana ideamos algo».
Al día siguiente lo preparamos todo. Y te dejé caer con una piedra atada a la cintura desde el segundo piso de nuestro chalecito sobre el rottweiler del vecino cuando se puso a tiro.
Ya vamos por la quinta y él ileso. En tu estado, hube de cancelar nuestras vacaciones.
OPINIONES Y COMENTARIOS