A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir y muchos viajes por hacer, solía decir Danna cada vez que llegaba a su casa. Pasaba el día afuera caminando, recorriendo tejados, conociendo razas, viviendo la vida callejera, todo por no aburrirse y un poco para escapar de su abandono.
Cuando regresaba, abría la puerta y escuchaba un ronquido. Luego veía a Paco recostado en el sofá; se acercaba, le hablaba incesantemente sin muestras de atención. Y así se la pasaba todos los días, musitando sola, sin objeciones al gruñido de su gato, ese que duerme todo el día.
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