Te regalé una bonita sonrisa de joker en mi partida. No te serenaba. Estabas pendiente de aquel bok de cerveza.

Siempre fue una cuestión de limites, (sutíl y caprichosa), de organizar fechorias, sin delatar a nadie.

Apretaste el pulgar contra la jarra, en un brindis a nadie, alargando los brazos al vacío, mirando trás de la ventana.

Mi partida, como una herida caliente, cerró tus labios. No se atrevieron a delatar a nadie. Tus labios, eran las alas de una paloma muerta, después del pistoletazo.

Siempre dijiste que nos faltaban muchos bailes. Y ahora yo partía.

No eran tus sueños.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS