Te regalé una bonita sonrisa de Joker como despedida, mientras que te dejaba caer al vacío de mis sentimientos. En realidad, lo nuestro no funcionó nunca. Era un juego absurdo en el que llegamos a engancharnos tanto que perdimos el sentido de aquel viaje hacia ninguna parte. No teníamos la misma brújula y el mapa estaba emborronado. Lo mejor era acabar, de una vez por todas, poner punto final a una huida apasionada hacia la que nos empujó la rutina.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS