Te regalé una bonita sonrisa de Joker nada más cerrar aquella puerta. Mi rostro no sabía expresar otra emoción. Tú estabas fuera esperándome sentada leyendo una revista. Una revisión rutinaria más tras haberme jubilado. Vuelta a casa con la mochila abultada de problemas. Pensé en los momentos difíciles en que nos costó salir adelante con el negocio familiar de hostelería.

Qué difícil es dar una mala noticia. Las desgracias nunca vienen solas. Deseo que me recuerdes en la esquina de la almohada. Este viaje parece llegar a su final.

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