A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir, dijiste cuando te mataron en el videojuego, dispuesta a seguir con la partida.

No cabían más botellas vacías de cerveza en la mesa.

En medio de la nube de humo y las carcajadas de tu nuevo novio, anclado al otro mando, eché de menos a abuela, tras el largo viaje.

— ¡Anda, mamá! ¡Llévame de una vez al colegio!

Me dije que si tanto interés ponías en el dibujo resucitado de una gatita a la que acribillaron, ni tú ibas a cuidar de mí, ni yo salvarte a ti.

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