Te regalé una bonita sonrisa de Joker, a falta de un ramo de flores perfumadas.

Y tú, como si nada, desafiaste mi gesto, con un beso en mi mejilla sonrojada.

Caminamos de la mano, en el más absoluto silencio los dos, mientras nuestras almas conversaban.

Quizás de amores y desencuentros, tal vez de alegrías y tristezas vagas.

Recuerdo, nos detuvimos un instante y sentí que mi corazón destilaba sus lágrimas.

A poca distancia de allí, un anillo de oro esperaba por tu mano junto al príncipe que por desposarte se inquietaba.

Mientras tú, caminabas hacia el altar como si nada.

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