A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir. Sólo lo dijiste una vez, sin entonación alguna. Luego continuaste.
– No creo que sea una buena idea viajar hasta Indonesia justamente ahora.
Te miré, no reconocí tu miedo, siempre fuiste tú la más decidida de los dos.
– ¡No veo por qué no podemos ir! Nos avisarían si ocurriese algún imprevisto.
– ¿Imprevisto? ¿Acaso hay algo más imprevisto que un volcán?
Hoy, en el hospital, he recibido una postal tuya desde una idílica bahía en Croacia, me la ha leído la enfermera, sujetándola frente a mis ojos.
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