Él ya estaría tomándose un daiquirí en el malecón.

Ella seguía aún en la habitación del hotel. Quiso irse, pero, levanto el teléfono, pidió el late check out y algo de comida.

Sabía que no pagaría.

Necesitaba una ducha larga y pensar.

«Está será la última vez, juro que será la última vez» se repetía mientras se estrujaba las lágrimas en las mejillas.

Tocan la puerta, es el room service; desnuda y descalza se dirige abrir. Era un chico; ella le dice «gracias, olvidé pedir mi botella de whisky», él solo le mira los ojos, asiente, sonríe y se retira.

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