Te regalé una bonita sonrisa de Joker. Este año nuestros disfraces estaban muy logrados. Yo de Harley Quinn, y tú de su pareja, el gran villano.

Te metiste en el papel. No te gustó que te sonriera amorosamente. Solo querías ver muecas y dolor.

Cuando sacaste el revólver en medio de la cabalgata, supe que las balas eran auténticas. Al principio, la Policía creía que era parte del espectáculo. Tras la larga confusión, todo se aclaró.

Ahora, por fin, te visito en el Hospital Psiquiátrico de Tenerife. Aquí vuelvo a sonreirte, con mueca, a tu gusto. Placer de viaje.

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