Te regalé una bonita sonrisa de Joker desde tu pedestal de diva. La relación compartida con tu ego ya es historia, los hilos de la marioneta en la que me había convertido los he acabado de cortar con unas tijeras. En los primeros años pensé en suicidarme para provocarte y solo se quedó en un esbozo en mi cabeza. Ahora con el paso del tiempo y desde tu plataforma todo es diferente, incluso el reflejo de esas tijeras clavadas en tu pálida figura me produce ternura y me destensa la mueca tan bonita que te he regalado.
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