Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro: ¿tan sola estoy?
En ese momento no me entraba ningún pensamiento por mi cabeza.
Muro y mente eran solo uno.
Tan tiesos, fríos, duros. Bloques ensamblados para detener, entre mucho la furia y el enojo.
Por la ventana salían verbos sin conjugar, besos no dados, abrazos fríos, silencios y miradas.
Recordé a Remedios, “Mujer saliendo del psicoanalista”.
La verdad cala y el cuerpo no coordina.
Quede estampada contra un muro por las palabras de la terapeuta: tu vida es tan pobre por no decir que miserable.
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