Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro que sería un acto suicida. Pero estábamos ahí huyendo y la velocidad era demasiado lenta en relación con el mismo tiempo. Si esperamos a 1991 la muralla la derribaremos, grité con terror mientas el coche seguía precipitándose. Cállate que todavía falta mucho dijo el que nos conducía a Berlín del oeste.

Ahora los soldados de la fuerza soviética y la guardia fronteriza comenzaron a dispararnos, y mientras moríamos les dije ya sin enfado que hubiese sido mas prudente haber regresado a Bahnhof Friedrichstrasse a esperar el curso normal de la historia.

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