Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro, que no debí pensar tanto. Sí, fui feliz. Si este es mi último día, ojalá mi madre me perdonara.

Siempre mi cabeza con esa culpa tóxica, cavilo en el daño tan inmenso que hice a mi madre por engendrarme.

Ojalá yo no hubiera existido. Ella estaría mejor.

Mis cuadros depresivos se acabarán pronto, es el fin.

Así, el coche se volvió carro y mi vida se volvió un 8. Ahora ando en silla de ruedas pensando en lo mismo.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS