Lástima que no haya billetes para maniquíes, que lástima.

Como también que lástima no tener un humor más sofisticado y poder ser sarcástica; platicarte cosas triviales como el clima, el invierno, la música que escucho.

Pero qué bueno que no los haya, porque ¿de que servirían? ¿Para comprar ropa que nunca se lucirá?, o zapatos que dejaran un hueco entre éstos y el pie.

Desmembrada ¿para que quieres dinero? Si solo cobijas un rato la soledad de quien te ha armado.

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