Lástima que no haya billetes para maniquíes porque me hubiera servido de cuartada para llevarte a las afueras de la ciudad y que terminaras en el vertedero. Ya nunca podrás hacer daño a nadie. Tus manos no arrebataran más vidas, evitando que alguna chica joven sea incluida en tu lista de viajes sin retorno. Ahora comienza mi nueva vida, dejaré atrás el infierno de tus ojos y subiré al tren de la esperanza que me aguarda en el andén, destino: un mundo sin demonios.

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