Lástima que no haya billetes para maniquíes. Me gustaría sentar un maniquí a mi lado en el avión y soltarle todo. Podría haberme acompañado alguna silente de confianza. Alguien que solo escuchara, pero no me concentraría. Necesito decir en voz alta todo lo que pasa por mi cabeza antes de verlo.

Creí que era el hombre de mi vida pero pronto enceló, me maltrató durante 15 años y, al fin, me abandonó. Ahora ha muerto a mil kilómetros de distancia.

Ahí estás Manuel. Muerto y solo. Me dijiste puta tantas veces. Y pensar que las primeras veces todavía te quería…

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