Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro que iba a ser el final de Lolín. Pero milagrosamente el coche y él salieron ilesos.
Con el mismo modus operandi destrozó los patinetes de Julia y Marina, la moto de mi hermano y el quad del vecino.
Solo cuando estampó de nuevo el coche de mamá, me apiadé de él.
-Lolín, bonito, si realmente quieres viajar, lo mejor es el tren.
A pesar de su gran inteligencia, mi gato, sorprendentemente, ignoraba que solo le quedaba ya una vida. Y mi madre, cuando se encoleriza, es infalible con la escoba…
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