Lástima que no haya billetes para maniquís y así gozar de tu presencia, pero el viaje es breve y sin tiempo siquiera, de oler la hierbabuena de los campos, que como el oleaje, por la ventanilla entra.

Por venir solo, te traje escondido como equipaje y ahora lamento no ver tu talle, la sonrisa con que pintaron tu semblante.

Manso y dolido de no verte, en esa luz qué no retorna, el túnel que atravesaremos, hace más corto un camino tan breve.

Pronto, los dos arrastraremos tu gracia, bailando juntos, en la arena.

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