Lastima que no haya billetes para maniquíes, pensé en medio del ruido de la estación. Pero aún así nos seguimos enamorando en abrazos fugaces en medio de brazos inertes, persiguiendo pasos sin dirección y viviendo en corazones a instantes.

Que lastima que sigamos regalándoles billetes a personas que se bajaran en la primera parada de la estación, que no tienen ni tuvieron la intención nunca de finalizar el viaje contigo…

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