Lástima que no haya billetes para maniquíes como cuando pagas el asiento extra para un instrumento musical; quizá si le ato unas cuerdas entre los dedos pueda hacerlo pasar por una exótica cítara que lleva dentro el espíritu de un ancestral músico hindú.
Me tranquilizaría volar con una persona-no persona, a ser posible con los brazos recubiertos de gomaespuma para amortiguar mis arrebatos de histeria, arrebatos que le han costado a mi marido más de un recuerdo extra de viajes pasados, así que esta vez vuelo sola, es la prueba de fuego antes del gran viaje de nuestras vidas.
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