El amor en tiempos cibernéticos

El amor en tiempos cibernéticos

Lástima que no haya billetes para maniquíes. Sí quedan plazas en los vagones de humanoides y también para los híbridos, ¡con los sucios que son esa aberrante mezcla de animal y ser humano! Lo dejan todo lleno de pelos y excrementos. Habrá que buscar un teletransporte compartido como alternativa al tren magnético. La compañía debería plantearse que, con la crisis, la gente viaja más a menudo con maniquíes que con los carísimos robots. No hablan, pero yo imagino que, encerrada en su carcasa de neoplástico reciclado, Amalia dice que me quiere… aunque creo que sólo como amigo.

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