Lástima que no haya billetes para maniquíes en esa tierra lejana donde quise perderme un día, hace meses.

Mi brújula se rompió y decidí despojarme de mi pesada mochila.

Los mejores viajes no conocen de mapas, adolecen de planes.

Majestuosa nuestra montaña, haciendo sombra a nuestros sueños, guardian de nuestros deseos.

No dejaré que mi memoria en el tiempo olvide, no dejaré que se transforme en ceniza.

No me liberaré de ti y del camino que decidimos tomar en aquella vieja carretera.

No volveré atrás a pesar de poder vislumbrar una bifurcación que posiblemente nos vuelva a poner a prueba.

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