Lástima que no haya billetes para maniquíes, porque a la del escaparate de la tienda de souvenirs le ponía un piso. Por ahora, es lo que más me ha gustado del viaje. ¿El resto? Pedruscos y polvo. María está todo el día con el cuello para arriba, con la boca tan abierta que se le va a escapar la baba. Haciéndose la lista. Y ligando con el guía, que ciego no soy. Ahora, el susto que les voy a pegar cuando entren a esta tumba, eso sí va a ser monumental. Espero que vengan rápido, que me está entrando frío.

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