En esta maleta no cabe casi nada- vociferó ella. Con una mano apretaba la parte superior y con la otra acomodaba las cosas que se iban saliendo de la misma, mientras con el pie hacía un intento de palanca. Fue entonces que vio salir una manito de plástico que parecía querer tocarle las piernas. Del susto soltó la maleta y la misma se abrió. Fue allí que comprendió que esa no era su maleta, dentro había una nota en tinta azul: «Cuida a mis niñas, cuando regresen a Paraguay, encontrarás la dirección de nuestra casa, comida, dinero y un perro.»

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