En esta maleta no cabe casi nada. No soy capaz de meter tus caricias violetas, ni tus lecciones envueltas con miradas, ni tus gestos mal doblados. Tus sabias palabras junto a mis silencios tampoco entran. Aquí te lo dejo todo en el sofá.

También, en tu mesilla, mi alianza que ya está liberada. En la entrada, las llaves de una casa que prometía ser un hogar.

Te dejo la cama hecha, la cena en el horno y una nota en la nevera «mañana es el juicio».

Me voy como vine, con mi maleta de colores. Ahora sin brillo.

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