En esta maleta no cabe casi nada; no importaba; volvía a viajar, en autobús, sin más compañía que desconocidos. Ocupé mi asiento, del lado del chófer; como decía mi padre: «El chófer en una emergencia, por puro instinto de supervivencia intentará librar ese lado del autobús»

Encendí el televisor, sin encontrar algo interesante, preferí meterme en mis pensamientos; en esa entrevista cifraba toda la esperanza para mejorar la situación.

¡Tengo que conseguir ese contrato!, me repetía una y otra vez. Hasta que el sueño me venció.

¡Me despertó aquel estruendo y el dolor intenso!, solo un segundo y, todo acabo.

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