En esta maleta no cabe casi nada. ¿Pero quién necesita tantas cosas cuando viaja a la otra punta del mundo? ¿Y si además lo hace para siempre? Si voy a empezar de cero, lo haré con todas sus consecuencias. Sin ropa, sin propiedades, sin fotos, sin dinero. Sin nada. Cuando miro mi casa solo veo dolor y no necesito más motivo para marcharme que ese. El dolor es, sin duda, el trampolín perfecto para huir de lo que no quiero. Y yo me voy a lanzar.

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