Lástima que no haya billetes para maniquíes; con ellos compartiría sin problema viaje y desnudez. Escondido en la figura de plástico, llegaría a ti sin despertar las absurdas suspicacias de la escrutadora mirada que te persigue y atormenta. Pero hoy, como siempre, viajaré solo y llegaré tarde; cuando todo acaba y el guardián se duerme. Cierra los ojos, no respires, y abrázame en el conticinio de nuestras noches de insomnio.

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