Lejos de ser solo una experiencia, se convirtió día a día en mi motivo. Desde que había decidido salir con la mochila cada día era incontrolable, eso me excitaba, me encendía, sentirme al borde de la nada misma. Era en mi cabeza como aquellas habitaciones que permanecen cerradas en una casa y que son inalcanzables para una niña curiosa y, jamás te prestan la llave, eso es viajar, tener las llaves del mundo, sentirse conquistadora de cada calle, vereda y arbolito, sentir que el suelo que pisas es apenas una parte pequeña del todo. Viajar es volvernos demasiado humanos.

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