−En esta maleta no cabe casi nada, papá.

−Lo sé, está vacía. Solo quiero que me ayudes a cerrarla –dijo el hombre en un susurro –.Está todo preparado.

María entendió sus palabras.Desde hacía meses su padre había hablado de la maleta pero siempre creyó que era una broma.Quería negarse.Sin embargo, al ver el dolor en los ojos del anciano, comprendió que tenía que obedecer.

Junto las manos del padre con su izquierda, mientras con la derecha le inyectaba el líquido blanco preparado en la mesilla.Después solo hubo lágrimas.

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