—En esta maleta no cabe casi nada ¿cómo crees que vamos a meterlo ahí?

—Tranquila, podemos cortarlo por partes, el problema será conseguir con qué hacerlo.

—¡Eres un tonto! Nunca debí aceptar este viaje.

—Fue divertido ¿No crees?

—Sí, hasta que…—Con su mirada señaló la fría maleta de cuero que estaba sobre la cama.

—No te preocupes, todo tiene solución, incluso esto.

—¿Qué vamos a decir en el aeropuerto? ¿Cómo vamos a explicar que llevamos…?—No pudo contener su llanto.

La tomó por los hombros, agarró la maleta y salieron del hotel.

—No te preocupes, jamás sabrán qué hicimos.

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