Lástima que no haya billetes para maniquíes.
Un momento. ¿Y si antes de irme te dejo en compañía del rapto de Europa? Esa gorda montada en toro frente al aparcamiento de llegadas.
No estarás sola. Es más, los pájaros dormirán sobre tu altanería. Viajantes, turistas, gobernantes barbudos rozarán bronce, sonrisas. Esas con las que garbeas plácida sin ruborizar mirada. ¿Cuántos anclarán fotogramas para sus alcobas?
Creces.
Me hincho.
Quizás el sol estropee tus mejillas. Creta está cerca. Además, poblarán sillas y jardines en vuestra sombra. Harás hogar, serás estrella, tranquila.
Pero…
¿Si al volver ya no quieres saber de mí?
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